Las paredes blancas permiten que nuestros ambientes luzcan amplios, luminosos e inmaculados. Para que siempre mantengan estos atributos te daremos algunas pautas para la limpieza de paredes.
Las paredes blancas son muy bonitas, pero pueden mancharse con mucha facilidad, afortunadamente limpiarlas no es imposible, verás como en pocos pasos puedes quitar las manchas de las manos de los niños, patas de mascotas o las gotas que se salpicaron sin querer.
En primer lugar debemos tener a manos una esponja y un paño por si se cae una gota. Limpiarla mientras aún está fresca es más simple. Cuando pasan algunas horas la mancha se secará y tardaremos más tiempo en quitarla o correremos el riesgo de que se haga más grande.
Es normal que en las paredes se cuelguen espejos, cuadros, etc, al pasar mucho tiempo sin descolgarlos podrá aparecer una mancha o quedará un tono amarillento en su superficie, esta manchas no queda nada bien. Sólo tendremos que pasar un paño humedecido en una mezcla de agua con una gota de detergente. Recuerda quitar el excedente de espuma si llega a quedar.
Cuando realices la limpieza profunda de tu hogar dedica unos minutos a la limpieza de las paredes. Es necesario, para mantener las paredes blancas, quitarle el polvo, aunque parezca mentira muchas veces las paredes se ven afectadas por el polvo. La mejor herramienta para esta tarea es valerte de un cepillo con cerdas suaves o una aspiradora. Si el cepillo tiene cerdas muy gruesas podrás colocar un trapo de limpieza limpio sobre ellas para evitar rayar las paredes.
Para limpiar una zona específica de la pared podrás realizar una mezcla de una cucharadita de aceite de lavanda en un litro de agua. Coloca la preparación en un difusor y echa un poco de agua sobre un lienzo amontonado, friega la pared. Esto es ideal para las manchas que luzcan pegajosas. Verás como quedan limpias y con un agradable aroma.
