Los colores y los espacios

Tenemos la firme convicción de que el espacio arquitectónico define la gama de colores a emplear. Es decir, no son los muebles, los metros o la recepción de la luz en cada estancia, los que definen los tonos. A pesar de que nuestra casa sea lóbrega, reducida y sencilla, los matices de la gama cromática y los colores no van a definir nuestro estilo. Será nuestro gusto decorativo el que va a determinar las tonalidades a emplear. Para ello, los colores tendrán que establecerse de manera adecuada en cada área y recibir una cuidada y correcta iluminación.

Paredes empapeladas

En las estancias grandes y espaciosas, utilizaremos idéntico color en dos paredes enfrentadas. Así, las tonalidades se compactarán de manera armónica.

En las estancias pequeñas, incluiremos el tono de mayor intensidad en la pared donde se sitúe la zona acristalada. Al disponerse a contraluz, no quita luz diurna; sin embargo, llegada la noche, provoca ambientación.

En las habitaciones en forma de tubo, emplearemos un tono intenso en los extremos de la zona estrecha (así los unirá); para que los laterales se alejen y la habitación se ensanche.

En las habitaciones con techo bajo, éste no estará pintado de blanco (así ganará altura óptica); lo pintaremos de idéntico tono que las paredes, favoreciendo la progresión espacial.

En las paredes funcionales, emplearemos tonos claros y brochazos oscuros para ganar protagonismo o señalar divisiones en un área abierta.

Los muebles que utilizaremos serán sencillos y, si el estilo no se ajusta a nuestra idea decorativa, daremos una mano de pintura al mobiliario o cambiaremos la tapicería de las sillas.

La iluminación natural en las paredes

Y, respecto a la iluminación, complementaremos la luz natural con la artificial; disfrutando de nuestro hogar de día y de noche.

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