Estamos acostumbrados a pintar las paredes en un solo color, o bien mezclando dos colores pero uno de ellos apenas tiene relevancia. Con esto hablamos de las técnicas que utilizan la esponja o pintan dejando caer unas gotas en la pared. Pero lo que si no nos habíamos encontrado hasta ahora era una pared a rayas.
Colocar un vinilo o realizar una pintura en la pared, es quizás lo más novedoso que hay en las paredes de los niños, pero colocar unas rayas horizontales a través de toda la habitación es muy original.
En esta casa han jugado con el color marrón y el blanco. El techo es de un marrón muy claro y, a continuación empiezan las líneas marrones y blancas, que terminan en el suelo con una alfombra marrón oscuro. La habitación parece el interior de una caja de bombones.
El blanco recupera su impacto en parte del mobiliario. Armarios, ventanas y cuna recurren al blanco para compensar la presencia del color marrón. Con una pared así parece que no se puedan colocar cuadros o láminas, pero si se puede.
En concreto han colgado tres cuadros blancos con unas ilustraciones de animales hechas con finas líneas. Sin marco ni cristal, los cuadros están en el rincón más colorido de la habitación, junto al cambiador verde.
Para romper un poco con la decoración, ya que el marrón apagaba el ánimo de la habitación de un niño, han colocado este cambiador verde vivo. Su contraste es muy acertado, ya que casa a la perfección con los otros tonos y además aporta vitalidad. Arriesgado, pero un resultado genial!
Una habitación poco vista y con una decoración muy austera, pero que sirve de inspiración para todos aquellos que busquen algo diferente.