Una silla en el dormitorio de los niños servirá para sentarse y nada más, por lo que puede que muchos la consideren prescindible. Pero ¿qué dirían de una silla que es, además, un gigantesco bloc para dibujar?
La diseñadora Charlotte Friis ideó una silla para los pequeños entre los dos y los siete años. La conforman dos rollos (inspirados en los del papel higiénico) y alrededor de 500 metros de papel, cantidad suficiente para cambiarlo dos veces por semana durante cinco años. Conforme se va utilizando, el rollo aumenta de volumen, por lo que el tamaño de la silla crece junto con los pequeños.
Niños y niñas podrán dar aquí rienda suelta a es impulso natural (que enloquece a sus padres), el de decorar las paredes de casa, mientras se mecen, juegan, rayan y dan vueltas, a la vez que la silla guarda un invaluable historial de sus primeros garabatos. Ellos mismos pueden dar vuelta al rodillo para tener una superficie limpia de dibujo, simplemente haciéndolo rodar hacia atrás.
La diseñadora desea que la silla también plantee una reflexión acerca del uso que damos al papel, y que impulse a los consumidores a adquirir objetos decorativos, funcionales y sustentables al mismo tiempo.
Fuente | Charlotte Friis