Bruno era el quinto miembro de mi familia: primero yo, aunque si me lo estuvieran preguntando diría que mis hijos, segundo mi nene, porque nació primero; tercero la nena, que adoro infinitamente; cuarto mi esposo, que es muy mono y a veces útil, y quinto, como ya lo dije, mi perro, Bruno el tuerto. Bruno estaba muy viejo y por eso lo queríamos más. Iba caminando despacito por la casa, saludaba con decoro, no ladraba mucho, no jugueteaba mucho, no desordenaba mucho, era un perro adulto, maduro, dueño de sí mismo.
Desde hace unos días el perro no ladra más y por este motivo hay desconsuelo y tristeza en mi familia. Es apenas lógico, hemos perdido a un ser querido y, aunque comprendemos que los perros viven rápido, y que de viejos les pesan los pelos, la idea de no tener a este amorcito cerca para abrazarlo y peinarle la melena causa mucha pero mucha lástima en el mismísimo centro del corazón. Adiós a un amigo, al amigo de mis hijos y al colega de mi esposo; adiós le decimos todos y prometemos tenerlo para Buscando algo de consuelo y a modo de tributo de nuestro cachorro, he traído a casa un perrito de peluche que por lo menos podremos abrazar alguna que otra vez. Su nombre es GARRY y fue diseñado por VADIM KIBARDIN para la casa KIBARDIN DESIGN. El juguete ha sido creado con amor y cuidado, todos los materiales han sido seleccionados asiduamente, las complicadas piezas han sido hechas con mucha atención, la identidad, el diseño original y el empaque han sido creados con paciencia. Yo nunca reemplazaré a mi perro pero siempre me gustará recordarlo. Lo quiero. Mayor información en la página Web www.kibardindesign.com