Afortunados los que poseen espacio porque disfrutarán del cuarto de la plancha. Esa habitación soñada, digna de películas ñoñas americanas, pero encantadora como la que más. Con olor a limpio, blanca, ordenada…
Solemos pensar que el cuarto de la plancha es un privilegio para quien posee una casa grande, espaciosa, y no es así necesariamente. Basta con disponer de un rincón de unos cuatro metros cuadrados, incluso menos, para conseguir un espacio en condiciones dedicado exclusivamente a una actividad que suele ocupar entre dos y tres, a veces más horas, ineludibles, a lo largo de la semana.
Lo primero que hay que hacer es planificar el espacio que mejor nos venga para realizar el trabajo de planchar, que puede ser cerca de la lavadora o cerca de los armarios. Si se trata de una reforma, resulta muy práctico prever dónde va a ser el sitio de la lavadora y de ahí proyectar los espacios necesarios para guardar la ropa sin planchar, la mesa, los accesorios, la plancha etc. Basta un frente de 2 x2,20 metros cuadrados y 60 de fondo para ubicar lavadora, secadora, tendedero plancha y contenedores. Más que luz natural, en el cuarto de la plancha es imprescindible una buena ventilación para evitar la condensación y el exceso de calor, y una toma de agua cerca.
El objetivo es lograr que el trabajo de planchar resulte cómodo y práctico, y para ello es necesario pensar en el orden lógico en que se realiza. Así, hay que tener cestos o contenedores de los materiales que prefieras de distintos tamaños para ir apilando la ropa según se va planchando. De esta manera resultará mucho más sencillo recolocarla después en los armarios porque ya estará clasificada. También son de gran utilidad los colgadores para la ropa de perchas, y los cajones para guardar el cepillo de la ropa, incluso el costurero. Y por supuesto no hay que perder de vista la calidad de la mesa, que puede ser plegable o no, y siempre bien acolchada y amplia.