Una de las primeras cosas que convierten una casa en un hogar son las cortinas. No importa si las vistas son espectaculares, o si las ventanas son de materiales de alta tecnología, las cortinas pueden estar recogidas todo el tiempo y aun así continúan dando calidez y carácter a las estancias.
Lejos han quedado los tiempos en que las cortinas parecían iguales para vestir todas las ventanas, independientemente del estilo decorativo de los dueños de las casas. Ahora puedes jugar con distintos modelos para cada habitación, con colores y texturas. Puedes utilizar visillos para vestir con sutileza y permitir el paso de la luz. Son ideales para crear atmósferas románticas e intemporales si utilizas colores claros, y si te animas, son perfectas para cambiar el look de tu hogar en verano y que jueguen con el aire cuando abras las ventanas durante esta estación. Si los eliges de colores, las habitaciones se contagiaran de ellos y crearás ambientes con alegres destellos, perfectos para habitaciones infantiles. No le temas a las organzas, a los algodones y los linos, de rayas, fondos lisos o topos diminutos.
Si te decides por telas opacas y con más peso, con estampados clásicos, vichís o lisas, aprovecha para jugar con las barras que les den más ligereza: blancas, negras o marrones, de hierro o de madera, con remates decorativos a uno o ambos lados. Recurre también a soluciones atractivas en el sistema de colgado, como lazos, cintas, pinzas, etc, así como para la manera de recogerlas, con ganchos a juego con las barras de colgado, o con lazos a juego con la tela, en fin. Conseguirás personalizar tus cortinas.
También puedes recurrir a los estores o a las lamas de tela o madera que, a modo de persiana, tamizan la entrada de la luz y el sol en las habitaciones. Las venecianas y los estores opacos son soluciones para ambientes menos románticos y más serios, aunque combinando colores puedes conseguir los efectos que tú desees, lo mismo que si los utilizas a la vez con cortinas a juego.