Cuando llego a cualquier lugar me esfuerzo especialmente en saludar a todas las personas –puede sonar un poco absurdo si a donde llego es a la sala de espera de un consultorio médico de emergencias- pero en general, y cuando es posible, intento saber o por lo menos escuchar el nombre de las personas y darles un buen saludo con mano, abrazo, sonrisa y beso. Llegar y decir hola es fundamental para mí: establecer un primer contacto, iniciar conversaciones, dialogar, discutir y exponer ideas y formas de pensar. Me encanta.
No me encanta, ni siquiera me gusta, decir adiós. Cuando ya es la hora de acabar las meditaciones colectivas y se acerca la retirada no quiero dar más besos, ni más sonrisas, no más la mano, y como el adiós colectivo me parece muy riesgoso, la mayoría de veces me decido por partir a la francesa, quiero decir sin consideración por nadie. Es peor cuando es obligatorio porque hay sentimientos involucrados. En esos casos digo “nos vemos luego”.
Relaciono a las personas con los objetos y tengo una colección de piezas muy especiales porque, además de ser bellas y útiles, han pertenecido a personas que quiero mucho pero que ahora se encuentran lejos. Nicolás no lo sabe pero la lámpara de suspensión ZONA, diseñada por los españoles Lujan+Sicilia, está conmigo desde que mi primer esposo la dejó cuando decidió buscar mejor vida al otro lado del océano. Le quería mucho, la lámpara es bellísima y está perfecta a pesar de los años y de la luz. Mayor información en la página Web http://www.lujan-sicilia.com