En verano, mantener la cocina fresca, limpia y libre de olores es todo un reto. Esto resulta muy importante hoy en día, ya que la cocina se ha convertido en un lugar para socializar, un espacio integrado con el resto del hogar.
Para evitar este problema, es necesario acertar con el espacio destinado a la basura. Hoy por hoy, el diseño de estos espacios ofrece multitud de opciones diferentes, aunque en muchos casos, también influye la elección de los materiales adecuados.
Desde la Asociación de Mobiliario de Cocina (AMC), se recopilan cinco recomendaciones esenciales para resolver uno de los errores más frecuentes al diseñar una cocina: no pensar en la basura.
Cinco trucos para que la basura no arruine tu cocina (ni tu verano)
1. Elige bien dónde y cómo ubicar los cubos de basura

El cubo de basura ya no tiene por qué ser un problema visual ni funcional. Hoy existen soluciones integradas —bajo fregadero o en módulos extraíbles— con sistemas de apertura push, palanca o guías suaves, que facilitan el uso y mantienen el orden.
Algunas cocinas incluso incorporan un hueco en la encimera conectado directamente al cubo, ideal para desechar residuos orgánicos mientras se cocina. Una tapa integrada mantiene la estética cuando no se utiliza.
Otra opción cada vez más habitual es el triturador de alimentos, un pequeño electrodoméstico que se instala bajo el fregadero y transforma los residuos orgánicos en partículas muy finas que se eliminan directamente por el desagüe. Funciona sin cuchillas, lo que lo hace más seguro y eficiente. Además, mejora la higiene, reduce el uso de bolsas de plástico y contribuye a la sostenibilidad, con un consumo mínimo de agua y energía.
2. Tapa sí, pero sin manos

La evolución de los cubos ha hecho que tirar la basura sea más higiénico y cómodo. Ya existen modelos con tapa automática por sensor, apertura por presión o mecanismos de pedal que evitan el contacto directo, algo muy útil cuando las manos están ocupadas. Algunos diseños separan la tapa del movimiento del cubo: al abrir la puerta del mueble, el cubo se desliza, pero la tapa se mantiene fija, permitiendo acceso directo sin obstáculos. Soluciones que mejoran la higiene y la experiencia de uso.
3. Apuesta por materiales duraderos y fáciles de limpiar

Los cubos de hoy ya no se limitan al plástico: encontramos opciones en acero inoxidable, aluminio, materiales antibacterianos o con acabados antihuellas. Estas alternativas no solo son más resistentes al uso intensivo y al calor del verano, sino que además facilitan su limpieza y aportan coherencia estética al conjunto de la cocina. También hay opciones visibles y de diseño, ideales para cocinas exteriores o espacios modernos.
4. Ergonomía ante todo

No basta con colocar un cubo; hay que pensar en cómo se usa. Los errores más comunes vienen por descuido: ubicaciones incómodas, tapas difíciles de quitar o sistemas que obligan a agacharse innecesariamente. Hoy existen soluciones que cuidan la postura, como cubos elevados, sistemas con pedal o módulos con extracción frontal que permiten acceder sin esfuerzo. La ergonomía aplicada a estos pequeños gestos mejora el confort diario.
5. En cocinas exteriores, busca protección extra

En verano, las cocinas al aire libre ganan protagonismo, pero también enfrentan más desafíos. Para evitar malos olores o la aparición de insectos, es fundamental contar con cubos cerrados, fabricados en materiales resistentes a la intemperie y con sistemas de cierre seguro. Algunos fabricantes especializados en herrajes ya desarrollan soluciones específicas para cocinas exteriores, donde el diseño debe convivir con el sol, el calor y el uso intensivo.