Una de las tendencias más vanguardista del momento es el estilo Zen. Los occidentales han tratado de adaptar esta sabiduría oriental a su ritmo de vida y a sus costumbres teniendo un importante papel en la decoración. Los conceptos más alejados de este estilo son el clasicismo y la excesiva ornamentación, mientras que los que se imponen son la armonía y el equilibrio, además de un sutil toque masculino.
Esta froma diferente de entender la vida hace que su aplicación dentro de la decoración esté fuera de convencionalismos. Algunas de las características más relevantes de este estilo tienen que ver con los colores, siendo los mejores los tonos neutros como el blanco y la gama de colores que van del ocre al beige.
En cuanto a los materiales, la tendencia es la madera natural y en concreto el árbol de la haya. Los muebles que se utilicen dentro de las estancias deberán seguir la máxima de la simplicidad en sus líneas de diseño. Así pues, debemos huir de curvas y barroquismos que no encajen de forma natural y optaremos siempre por las rectas que invitan al orden por fuera y por dentro.
Si te has decidido y quieres trasladar estas premisas a tu casa, puedes tener en cuenta alguna de estas sugerencias. El salón puede ser pintado de un color que le dote de amplitud y calidez, por ejemplo un beige. Debes ser consciente de que se trata del corazón de la casa y tiene que destacar por encima de todo, así que no dudes en ganar espacios anexionando otras habitaciones pequeñas.
Los objetos decorativos son pocos pero bien elegidos. Por ejemplo, podemos colocar un jarrón de cristal con grava o una botella rellena de paja. La paredes pueden dejarse desnudas si la pintura de la pared es degradada, pero también podemos colocar algunos cuadros de marco negro fino con motivos geométricos.