En algunas facetas de mi vida suele atraerme lo irrreverente, es una buena manera de alimentar el sentido del humor tan poco animadillo que anda el pobre por los tiempos que corren. El otro día escuché a alguien decir que el sentido del humor es señal de inteligencia, y me quedé pensando, porque me gusta entonces lo que diseña la «gente inteligente» de Chispum. Conocí esta especie de empresa por aquella red social que tiene todo el mundo, me hice su amiga y comencé a navegar por su web, que en realidad es un blog, como éste.
Dicen que venden «objetos de autor», y definen la frase como objetos que salen directamente de la cabeza de su creador, cuyo viaje desde ésta hasta tu casa, la que quieres decorar, es corto, porque son objetos frescos, con carácter y vida propia, que no solo decoran sino que conviven. «Objetos contentos».
Me encantó la definición. Y comencé a mirar lo que hacen. Se trata de vinilos ideales para casas informales, de gente capaz de cambiar de registro y pasar de la vida real a la del comic, pasando por asomarse por una ventana pintada en la pared o colgar el bolso en un perchero ficticio.
Son vinilos en blanco y negro o en color, sencillos en líneas y ricos en creatividad. Cuentan con varias series: amor, baño, cocina, cuentos, infantl, portátles, tipografía, urbanita, varios y vegetal. Entre ellos hay de todo, porque sus autores son gente muy creativa. Diseños tiernos, alegres, románticos, fantasiosos, o eso, irreverentes (sólo hay que ver como se carga la página nada más abrirla), los que más me gustan. Los precios son bastante ajustados, hay vinilos de distintos tamaños y lo mejor: se venden por internet y los distribuyen cada vez por más países latinoamericanos.
Más información: http://www.chispum.com