Cuando era más joven me importaba mucho la imagen que de mi vida personal y profesional tuvieran las personas a mi alrededor. Mi apariencia física, el estado de mi cuerpo, la ropa que me ponía, mi empleo, mis estudios, incluso la gente con la que me rodeaba podían ser de alguna manera símbolos que definían quién era yo y cuanto valía. Cualquiera que se acercara a esa imagen de Pilar y la midiera podía decir que yo era una chica guapa y con éxito. Pero la verdadera Pili solo la conocíamos mis amigos, mi familia y yo.
Aunque nada de lo que me rodeaba era mentira tampoco era verdadera la imagen artificial que traté en vano de construir. En todo caso solo perdí algo de energía porque el tiempo si que lo supe invertir y las situaciones, las personas y los sentimientos si que existieron –incluso hoy me acompañan. En lo que estuve muy equivocada durante mucho tiempo fue en pensar que yo si era quien me imaginaba; tonta de mi creyendo que mi pensamiento puede abarcar por entero lo que una vida humana representa. Me faltaba lectura.
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