Es la pieza esencial del salón, el testigo de la vida de la casa. El desgaste del sofá suele ser irremediable con el paso del tiempo, y, cuando llega el momento de decidir si cambiar la tapicería o cambiar de sofá aparecen los conflictos. Es ahí donde tienes que sopesar el valor sentimental, el coste y la comodidad del sofá, si son motivos suficientes para sacarlo a la calle y recorrerte las tiendas de decoración en busca de otro que lo reemplace.
Debes tener en cuenta que incluso un sofá recogido de un contenedor puede recuperar su esplendor con una bonita tela y un tapizado integral y aguantar de esta manera unos cuantos años más.
Valora la pieza, su estructura, si la madera está en buenas condiciones o si se trata de un aglomerado frágil que el que no resultaria rentable invertir.
Elige la tela adecuada, ten en cuenta que no vale cualquier tela por muy bonita que resulte. Busca una de trama tupida y compacta para que no se abra y deforme, como la cretona, y con textura, como la chenilla, que además es sufrida y fácil de limpiar. Las telas de tapicería ofrecen además una serie de «prestaciones técnicas» que las hacen más competitivas a la hora de comprarlas, aunque no económicas. Telas resistentes a la abrasión para que aguanten el desgaste; a la decoloración para que resista al sol (el nivel óptimo es el 5); y preparadas para evitar la aparición de bolas, también llamadas de pilling.
Acude a un buen artesano tapicero que sepa sacarle partido a tu sofá sobre todo a la hora de reparar los desperfectos de la estructura y de los muelles, y cuidadoso con los acabados, de tachuelas si se trata de una tela gruesa o piel, con faldones, pasamanerías y galón grapado si son clásicos, o con asiento corrido, cojines en contraste y remates sobrios si son de sofás de diseño más moderno.