En el momento en que damos el sí frente al altar además de estar aceptando un hombre para acompañarlo en la pena y la adversidad, en la salud y en la enfermedad estamos ampliando considerablemente nuestra familia. Una madre adicional –no me gusta llamarla suegra-, segundo padre, nuevos hermanos y hermanas, sobrinos, amigos, incluso negocios hacen parte de nuestra nueva vida sin que siquiera hayamos podido elegir.
Lo que nosotras al casarnos elegimos es un marido, nada más ni nada menos. Es suficiente ya con tener que lidiar con lo que nuestro parecer son sus defectos como para tener que adicionalmente soportar a su mamá, sus hermanos y sobre todo a las esposas de sus hermanos. La situación se hace aun más insoportable cuando, como en mi caso, la experiencia de aumentar la familia se repite más de una vez. Yo, casada por tercera vez, soy experta en agrandar y disminuir mi familia extensa sin siquiera pestañear.
Mi suegra, la actual, tiene un lugar especial en mi corazón porque ha sabido entrar en mis afectos de una manera impactante. De regalo de bodas recibí de su parte una silla que para mí siempre ha sido muy especial: la HILL HOUSE del diseñador Mackintosh. La pieza, delgada y alta, fue concebida en 1902 más como un objeto de decoración que utilitario. Construida en madera de ébano es considerada una de las más representativas dentro de la obra de este maestro del movimiento Bauhaus. Mayor información en la página Web http://www.archiexpo.com