Las casas grandes sólo existen en el cine y las revistas, todos sabemos que las cocinas de verdad son pequeñas y desordenadas. Por eso es común que para ganar espacio se eliminen tabiques y se unan dos ambientes en uno sólo. Esta opción suele acabar uniendo la cocina con el salón–comedor.
Aunque es una unión muy común desde hace bastante tiempo, a la mayoría les cuesta integrar algunos elementos. Así es como en alguna ocasión nos hemos encontrado una nevera en mitad del salón. Que estén en el mismo espacio, no significa que no puedan estar un poco separados. Esto se consigue con una sencilla barra, que diferencia los dos espacios de forma sutil.
Ya que la cocina va a estar descubierta, elegir un color alegre será una buena opción. Con este color debemos ayudarnos para que el resto de accesorios queden integrados, como es el caso de la nevera, que ha sido colocada en el interior de un cajón y ha sido cubierta por el color naranja que la difumina en la pared.
La barra de desayunos es mi parte favorita de esta cocina-salón. Es práctica, sirve para diferenciar los dos ambientes y su amplitud nos permite utilizarla de mesa y como espacio para preparar los ingredientes de las comidas. En su parte inferior esconde cajones, ampliando así la capacidad de almacenaje de todos los utensilios de la cocina.
Al naranja y la madera, lo han mezclado con un acero inoxidable que cubre los primeros centímetros de pared, sigue por la campana y termina en unas lámparas. Unos elementos así modernizan la cocina.
Una apuesta arriesgada para un ambiente que cuesta integrar uno en el otro sin errores.