La humedad en los espacios comunes subterráneos de edificios residenciales ha sido un problema constante para las comunidades de vecinos. Las manchas en las paredes, suelos húmedos, desprendimientos de materiales y los olores a humedad son experiencias comunes, especialmente en áreas en contacto directo con el terreno. Frente a esta situación, Humix ha presentado un sistema electrónico innovador que promete solucionar la humedad por capilaridad sin necesidad de realizar obras.
El sistema de Humix es capaz de funcionar eficientemente en superficies de hasta 2.500 metros cuadrados, proporcionando una solución no invasiva para garajes, parkings comunitarios y otros espacios subterráneos problemáticos. La empresa ha consolidado su reputación en el sector gracias a numerosos éxitos en comunidades donde las soluciones tradicionales han fallado.
Este sistema se basa en un mecanismo que interrumpe el ascenso de la humedad desde el subsuelo y facilita el secado gradual de las paredes. Una de sus principales ventajas es la ausencia de perforaciones o intervenciones estructurales, permitiendo una instalación sin interferir en la actividad normal de los espacios afectados.
El equipo opera de manera continua, silenciosa y con bajo consumo energético, convirtiéndose en una opción adecuada para áreas donde la convivencia es esencial. Los resultados confirmados en las comunidades que han adoptado esta tecnología demuestran su eficacia y permanencia, evitando el ciclo habitual de reclamaciones y costos adicionales que suelen enfrentar los propietarios en edificios con este tipo de problemas.
Enfocado en grandes superficies, el sistema provee una alternativa viable para edificios donde las intervenciones invasivas no son posibles debido a limitaciones técnicas o de convivencia. La implementación exitosa de esta tecnología en parkings subterráneos y zonas técnicas subraya el objetivo de Humix de mejorar la conservación de edificios a largo plazo.
Con este nuevo sistema, Humix amplía su gama de soluciones no invasivas y reafirma su compromiso con el tratamiento de humedades estructurales en comunidades de vecinos y espacios colectivos. Este avance representa un cambio de perspectiva sobre cómo abordar la humedad en zonas comunes, ofreciendo un enfoque innovador y efectivo frente a un problema persistente.
Recibir una factura de la luz muy alta provoca un sobresalto casi automático. En cuestión de segundos, muchos hogares pasan de la sorpresa a la sospecha: “esto no puede ser”, “aquí hay un error” o “algo se ha disparado sin que nos demos cuenta”. Y, aunque a veces el incremento tiene una explicación sencilla —se ha consumido más electricidad—, no siempre es así. En otras ocasiones el golpe llega por una combinación de factores menos visibles: un periodo de facturación más largo de lo habitual, una regularización tras meses con lecturas estimadas, o un cambio de condiciones en la tarifa que el usuario no ha interpretado con claridad.
La realidad es que una factura elevada suele encajar en uno (o varios) de estos tres escenarios: aumento del consumo, cambio de precio o estructura contractual, o desajustes en la lectura y la facturación. Separar estos supuestos es el primer paso para no pagar de más y para evitar que el susto se repita al mes siguiente.
Antes de alarmarse: cinco datos de la factura que conviene revisar
El importe final, por sí solo, puede engañar. La lectura correcta empieza por poner el total en contexto y mirar con calma los elementos que lo sostienen:
Periodo facturado (días): si la compañía está cobrando más días de lo habitual, el total sube aunque el consumo diario sea parecido.
Consumo en kWh: es el indicador principal. Si el número de kWh se ha disparado, suele haber una causa doméstica detrás (climatización, termo eléctrico, cambios de rutina…).
Precio del kWh: una variación del precio unitario puede elevar la factura incluso manteniendo un consumo similar.
Potencia contratada: una potencia por encima de lo necesario incrementa el término fijo mes a mes, se use o no esa capacidad.
Tipo de lectura (real o estimada): las lecturas estimadas pueden generar desajustes; cuando llega una lectura real tras varios meses, puede producirse una regularización de golpe.
Consumo real o error: cómo salir de dudas sin adivinar
Para detectar el origen de una subida, el método más efectivo es comparar con una factura anterior equivalente, idealmente del mismo mes del año anterior. Esa comparación suele revelar rápidamente si la subida se debe a más días facturados, a más kWh consumidos o a un cambio de precio.
A partir de ahí, entra en juego una herramienta que muchos usuarios aún no explotan: el histórico de consumo. Muchas distribuidoras permiten consultar el consumo diario u horario en sus áreas privadas. Ese registro sirve para identificar picos concretos y patrones repetidos, y en ocasiones ayuda a detectar consumos “fantasma” en franjas que no encajan con la vida normal del hogar. Si el histórico no cuadra con lo facturado, la sospecha deja de ser intuición y se convierte en un motivo razonable para solicitar una revisión.
Por qué una factura puede parecer “imposible”: causas que se repiten
Cuando se analiza una factura inesperadamente alta, suelen aparecer explicaciones muy repetidas:
Más horas en casa y cambios de hábitos: teletrabajo, visitas, vacaciones en el domicilio o rutinas distintas pueden elevar el consumo sin que se perciba como un “gasto extra” claro.
Climatización y agua caliente: estufas eléctricas, radiadores, aire acondicionado, bombas de calor mal ajustadas o un termo a temperaturas demasiado altas pueden multiplicar los kWh.
Electrodomésticos que consumen más de lo esperado: frigoríficos antiguos, termos con pérdidas o secadoras utilizadas con frecuencia suelen tener un peso relevante.
Potencia contratada sobredimensionada: el “peaje” se paga cada mes en el término fijo. Si no hay saltos por exceso de potencia, suele existir margen para optimizar.
Fin de promociones o cambios de tarifa: cuando termina una oferta o se revisan precios, el coste sube aunque el usuario no haya cambiado sus hábitos.
Regularizaciones tras lecturas estimadas: varios meses de estimaciones pueden desembocar en una factura excepcional cuando llega una lectura real y se ajusta lo acumulado.
Errores de facturación: son menos frecuentes, pero existen (lecturas incorrectas, duplicidades o condiciones contractuales mal aplicadas). En estos casos, contrastar con contador e histórico es determinante.
Qué hacer paso a paso para pagar solo lo justo
Una factura alta no se combate con suposiciones, sino con orden:
Revisar la factura línea a línea: días facturados, kWh, precio del kWh, potencia contratada y tipo de lectura.
Contrastar con el contador y el histórico: si hay una discrepancia clara, toca pedir revisión de lectura y de factura.
Reclamar por canales formales y con constancia: las guías oficiales insisten en presentar primero la reclamación ante la comercializadora y solicitar un acuse de recibo con fecha, hora y número de solicitud. Si no se resuelve, puede escalarse por vías de consumo según el caso.
Optimizar potencia y hábitos si el consumo es real: reducir el stand-by, usar electrodomésticos a cargas completas y ajustar temperaturas y horarios de climatización a la ocupación real de la vivienda suele marcar diferencia. Entre las recomendaciones habituales para hogares, se menciona el uso de termostatos programables o válvulas termostáticas en radiadores, con rangos orientativos de ahorro de entre el 8 % y el 13 % en calefacción en determinados escenarios.
Comparar tarifas: cuando el problema no es solo cuánto se consume, sino cómo se paga
En muchos casos, la factura no sube únicamente por gastar más electricidad, sino por cómo se estructura el contrato. En ese contexto, comparar tarifas puede ser una decisión práctica. Lucera se menciona como una opción para intentar reducir la factura, con modalidades orientadas a la transparencia: una tarifa de luz a precio de coste con una pequeña cuota mensual por cliente y otra alternativa de precio fijo con cuota mensual y un precio del kWh estable. La elección depende del perfil: quien prioriza previsibilidad suele inclinarse por el precio fijo; quien busca ajustar el coste al mercado puede fijarse en modalidades basadas en coste.
Y cuando aparece el debate de la “energía verde”, conviene recordar que en España existe un sistema oficial de Garantías de Origen (GdO) gestionado por la CNMC, utilizado para el etiquetado de la electricidad. Para el consumidor, esto se traduce en un mecanismo formal de acreditación sobre el origen de la energía que declaran las comercializadoras.
En definitiva, una factura alta no es solo un problema: puede ser el aviso que obliga a revisar el contrato con lupa, ajustar potencia, ordenar hábitos y elegir una tarifa que encaje con la forma real de consumir.
Preguntas frecuentes
Cómo comprobar el consumo horario para detectar picos de gasto eléctrico en casa Lo más útil es acceder al área privada de la distribuidora y revisar el histórico horario o diario. Ahí suelen verse picos repetidos que delatan aparatos concretos, rutinas de climatización o consumos en horas “raras”.
Qué significa que la lectura del contador sea estimada y por qué puede subir tanto una factura Una lectura estimada es un cálculo aproximado. Si se encadenan varias estimaciones, cuando llega una lectura real puede aplicarse una regularización que concentre consumos de meses anteriores en una sola factura.
Cómo saber si tengo la potencia contratada demasiado alta y estoy pagando de más cada mes Si no se producen cortes por exceso de potencia y el término fijo pesa mucho, suele haber margen de ajuste. Revisar la potencia contratada y el uso real ayuda a identificar si se está pagando una capacidad que no se utiliza.
Qué tarifa suele convenir más para evitar sustos: precio fijo o precio de coste con cuota mensual Depende del perfil. El precio fijo suele atraer a quienes buscan previsibilidad mes a mes. La modalidad a precio de coste con cuota puede interesar a quienes comparan el coste real y ajustan hábitos, aunque siempre conviene revisar condiciones y encaje con el patrón de consumo.
Con la primera ola de frío, se repite una escena muy común en miles de hogares: se llega a casa tiritando, se mira el termostato y se sube de golpe a 25 °C con la esperanza de que el salón entre en calor “más rápido”. La lógica parece sencilla: más grados, más prisa. Pero en la práctica ocurre justo lo contrario de lo que muchas personas creen.
Tabla de contenidos
La razón es tan cotidiana como incómoda: en la mayoría de instalaciones domésticas, subir la consigna no acelera el calentamiento, simplemente alarga el tiempo que el sistema estará funcionando. Y, de paso, empuja la vivienda a un nivel de temperatura que aumenta las pérdidas de calor hacia el exterior. Resultado: la sensación de “reacción rápida” suele ser psicológica… y la factura, muy real.
Por qué subir a 25 °C no hace que la casa se caliente antes
El termostato no es un “acelerador” de la caldera. Es, básicamente, un interruptor con un objetivo: alcanzar una temperatura de consigna y mantenerla. En sistemas clásicos de radiadores con caldera, lo habitual es que, cuando la vivienda está por debajo de la consigna, el equipo trabaje para aportar calor; cuando se llega a esa cifra, se detenga o module.
Ahí está la clave: si la casa está a 17 °C y se quiere llegar a 20–21 °C, el equipo tendrá que aportar una determinada cantidad de energía para compensar el frío acumulado en aire, paredes, suelos y muebles. Si, en lugar de fijar 21 °C, se marca 25 °C, el sistema no “empuja más fuerte” por arte de magia: en muchos casos, hará lo mismo durante más tiempo, hasta acercarse a una temperatura mucho mayor.
Es decir, el camino no se acorta: se alarga.
En la vida real, esa decisión suele producir un segundo efecto: cuando por fin se alcanza el confort, el interior puede pasarse de rosca. Y ahí aparece el clásico “ahora hace demasiado calor”, el abrir una ventana unos minutos o el bajar el termostato bruscamente. Ese vaivén es justo lo que peor lleva una vivienda: ciclos de calor y pérdida que se traducen en consumo innecesario.
El coste invisible: cuanto más alta la consigna, más calor “se escapa”
La física del edificio no negocia. Cuanto mayor es la diferencia entre la temperatura interior y la exterior, más rápido se pierde calor a través de muros, ventanas, cajas de persiana, puentes térmicos o rendijas. Por eso, subir la calefacción a niveles altos no solo implica calentar más… también implica perder más.
En España, el propio marco de medidas de ahorro energético impulsado en los últimos años ha insistido en este punto: cada grado de consigna puede tener un impacto directo en el consumo. Un documento del BOE sobre estas medidas llega a estimar que ajustar un grado la consigna puede suponer un ahorro del 7 % del consumo asociado a calefacción o refrigeración, una cifra que se ha convertido en referencia habitual para entender por qué “unos pocos grados” importan mucho. Traducido al caso doméstico: pasar de 21 °C a 25 °C no es “un poco más”, puede ser una diferencia considerable.
La trampa del “calor inmediato” en casas con inercia térmica
En viviendas con buena inercia térmica (suelos pesados, muros gruesos, buen aislamiento), el calor tarda más en notarse porque no solo se calienta el aire: también se templa la propia casa. En calefacción por suelo radiante, por ejemplo, esa inercia es todavía mayor. Subir de golpe la consigna suele ser una receta para el sobrecalentamiento horas después, cuando ya no hace falta.
En casas con peor aislamiento, el problema es distinto: se puede notar calor rápido cerca del radiador, pero se pierde enseguida por los puntos débiles del cerramiento. En ese caso, subir a 25 °C suele convertirse en un “correr en la cinta”: el sistema trabaja y trabaja, pero la vivienda no retiene.
Lo que recomiendan las guías públicas y el sentido común
La recomendación más repetida por organismos y guías públicas es sencilla: buscar confort razonable, no calor tropical. En el entorno doméstico se suele mover el rango en torno a 20–21 °C cuando hay gente en casa, y temperaturas más bajas por la noche o en estancias de paso. Algunas guías públicas autonómicas también insisten en acompañar esa consigna con medidas pasivas (persianas, burletes, ropa adecuada) para que el confort no dependa solo del termostato.
Además, conviene recordar algo importante: la limitación de 19 °C que se hizo famosa en su día afecta a determinados recintos y edificios de uso público bajo condiciones específicas, no es una “prohibición general” para viviendas. Pero sí sirve como recordatorio de que el confort no requiere llevar la calefacción al máximo.
Qué hacer en vez de subir a 25 °C: estrategias que sí funcionan
Para una revista de arquitectura, hogar y decoración, lo interesante es que la solución rara vez es “más potencia”. Casi siempre es “mejor control” y “menos pérdidas”.
1) Programar el encendido con antelación (y evitar picos) Si se llega siempre a casa a la misma hora, lo eficiente es que la calefacción se anticipe. Un termostato programable o inteligente puede subir a 20–21 °C antes de que se ocupe la vivienda, sin necesidad de golpes de 25 °C.
2) Zonificar: no hace falta calentar toda la casa igual Cerrar puertas y calentar solo las estancias en uso es básico. Si hay válvulas termostáticas en radiadores, se puede ajustar cada habitación. En decoración, esto se traduce en algo tan simple como “cómo se vive la casa”: el confort no necesita uniformidad.
3) Revisar “fugas” de calor con soluciones baratas Burletes en ventanas, cortinas térmicas, alfombras en suelos fríos, evitar que el radiador quede tapado por muebles o cortinones, e incluso láminas reflectantes detrás de radiadores en paredes exteriores. Son medidas pequeñas, pero suman, porque atacan lo que realmente está pasando: el calor se va.
4) Ventilar bien, pero poco tiempo Ventilar es necesario, pero hacerlo durante largos periodos con la calefacción encendida es un drenaje de energía. Lo más habitual es recomendar ventilaciones cortas e intensas, y después recuperar el confort sin subir la consigna a lo loco.
5) Mantenimiento: la eficiencia también se “pierde” Purgar radiadores si hay aire, vigilar la presión, y mantener la caldera o el sistema en buen estado. Un sistema que rinde peor obliga a trabajar más para lo mismo, y eso se nota.
6) Si la vivienda usa bomba de calor, ojo con los cambios bruscos En algunas bombas de calor y sistemas con control avanzado, grandes saltos de temperatura pueden activar estrategias menos eficientes o alargar tiempos. En estos casos, mejor cambios graduales y programación.
El consejo final que evita el error más caro
El gesto que más ahorro suele aportar no es “aguantar frío”, sino evitar el impulso de subir a 25 °C. Marcar una consigna razonable, dar tiempo al sistema, mejorar el comportamiento térmico de la vivienda (aunque sea con soluciones simples) y usar la programación con cabeza.
En resumen: si la casa tarda en calentarse, el problema casi nunca se arregla con más grados. Se arregla con menos pérdidas, mejor control y una vivienda que retiene el calor.
Preguntas frecuentes
¿Por qué subir el termostato a 25 °C no hace que la calefacción caliente más rápido? Porque el termostato no acelera la potencia del sistema: solo fija el objetivo. En muchos equipos, la diferencia está en cuánto tiempo funciona, no en “cómo de rápido” calienta.
¿A qué temperatura poner la calefacción en casa para ahorrar sin pasar frío? En la práctica, el rango más habitual para confort eficiente ronda los 20–21 °C cuando la vivienda está ocupada, y algo menos por la noche o en estancias donde no se permanece.
¿Cuánto se puede ahorrar bajando 1 grado el termostato en invierno? Las estimaciones más citadas sitúan el ahorro potencial en torno al 7 % por cada grado de ajuste a la baja en la consigna, aunque depende del aislamiento, el clima y el uso.
¿Qué mejora más el confort en una casa fría: subir la calefacción o mejorar el aislamiento? A medio plazo, mejorar aislamiento y estanqueidad (ventanas, burletes, persianas, puentes térmicos) suele tener más impacto: reduce pérdidas y hace que el calor permanezca, con menos consumo.
La incorporación de composiciones geométricas en los suelos de madera está marcando una tendencia que promete transformar los espacios interiores en los próximos años. Nuria del Ser, una de las expertas más reconocidas en este ámbito en España, destaca que los diseños de suelos no solo se limitan a patrones tradicionales, sino que ahora incluyen formas hexagonales y octogonales. Esta evolución busca ofrecer acabados que se distingan por su originalidad y sofisticación.
La madera, material tradicional en arquitectura y diseño de interiores, está experimentando un giro creativo. La empresa Jesús del Ser, famosa por su enfoque artesanal y de autor en suelos y mobiliario, confirma esta tendencia hacia patrones geométricos que no solo embellecen, sino que redefinen los ambientes. Con una trayectoria sólida en el mercado, Nuria del Ser se ha convertido en el referente para muchos interioristas y arquitectos que buscan fusionar la tradición con la innovación en sus proyectos.
Nuria del Ser afirma que, «Durante años, los suelos de madera se han dispuesto de forma lineal o en espiga, pero ahora los clientes demandan un paso más allá». Esta nueva mirada estética se concentra en la geometría que permite crear superficies únicas, transformando la concepción de los espacios al hacer que los suelos se conviertan en elementos decorativos en sí mismos.
El uso de composiciones geométricas no solo aporta un sentido dinámico a los ambientes, sino que también permite una reinterpretación fresca de los espacios. Los diseños en hexágonos y octógonos generan un juego visual atractivo que puede delimitar áreas o crear sensaciones de movimiento, ya sea en hogares o en espacios comerciales. A esto se suma la relevancia de los acabados, donde la combinación de tonalidades naturales y matices más oscuros resalta la textura y exclusividad de la madera.
Además, se presentan otras tendencias que comenzarán a imponerse en 2026, como el uso de paletas de color cálidas y terrosas, la valorización de maderas con vetas marcadas y el retorno a formatos más largos y anchos, que ofrecen continuidad y lujo en los espacios. También se prevé una mayor integración de la madera con otros materiales, como mármol o metales, dentro de patrones geométricos innovadores.
Jesús del Ser, una firma familiar fundada en 1979, ha cimentado su prestigio en la creación de suelos y mobiliario que combinan artesanía e innovación. La compañía, que se dedica a la fabricación personalizada de madera, ha logrado mantener su espíritu artesanal y adaptarlo a las exigencias del diseño contemporáneo. Con más de 12.000 metros cuadrados de instalaciones en Segovia, la empresa asegura la calidad artesanal en cada uno de sus proyectos, desde el tratamiento de la madera hasta su entrega.
La filosofía de la marca radica en la innovación desde la materia prima más noble, la madera, utilizando la geometría como un medio para ofrecer soluciones personalizadas y sofisticadas en sus suelos. Nuria del Ser concluye reafirmando el compromiso de la empresa con el diseño consciente y la calidad, asegurando que su trabajo no solo marca tendencia, sino que también representa un sello de distinción en el mundo del interiorismo.
Brimer Vallès SL ha anunciado recientemente la ampliación de sus servicios de reformas a toda la provincia de Girona, consolidando su posición como una de las empresas líderes en reformas en Barcelona. Con más de 30 años de experiencia en el sector de la construcción y las reformas integrales, la compañía también ha incorporado la ejecución de trabajos verticales, lo que le permitirá abarcar una mayor variedad de proyectos, tanto residenciales como comerciales, así como labores de obra nueva.
La empresa se ha destacado en la oferta de un amplio catálogo de servicios, que incluye reformas de viviendas, remodelaciones completas, reformas de chalets, así como trabajos específicos en locales comerciales y proyectos en diversas localidades de Barcelona y Girona, incluyendo Sant Cugat. Su lista de servicios comprende desde reformas generales y acabados exteriores hasta la instalación de nuevos sistemas eléctricos y de fontanería, así como la construcción de edificios y viviendas de distintas categorías.
El gerente de Brimer Vallès SL, Jaime Rubio Mas, señaló que la compañía se esfuerza por proporcionar un servicio integral que combine la experiencia técnica con materiales de alta calidad, garantizando una ejecución rápida y eficiente de los proyectos. De acuerdo a Rubio, el foco de la empresa es convertirse en la referencia de reformas en Barcelona para aquellos clientes que buscan confianza y resultados.
La expansión a Girona se debe a un aumento en la demanda de proyectos relacionados con viviendas unifamiliares, casas de campo y rehabilitaciones exteriores en distintos municipios del área. Según Jaime, muchos propietarios en Girona buscan los servicios de una empresa con experiencia real en reformas integrales, lo que demuestra la necesidad de un acercamiento especializado.
Brimer Vallès SL se distingue entre las empresas constructoras en Barcelona por su experiencia contrastada, un equipo técnico altamente especializado, un enfoque de servicio llave en mano y su compromiso con la calidad y durabilidad en cada uno de sus proyectos. Este enfoque permite a la empresa gestionar todos los aspectos del proceso, desde el diseño inicial hasta el acabado final, manteniendo una comunicación constante y clara con sus clientes.
Con una presencia consolidada en las provincias de Barcelona y Girona, Brimer Vallès SL se encuentra en una proyección de crecimiento que incluye un aumento del volumen de proyectos en reformas de chalets, locales comerciales y rehabilitación de fachadas mediante trabajos verticales. El gerente concluyó que la aspiración de la empresa es seguir creciendo con solidez y mantener su reputación como un aliado fiable y profesional en el sector de la construcción y reformas.