Ahora que el frío ya ha hecho su aparición es cuando necesitamos tener nuestra casa acondicionada y calentita. Para ello es necesario contar con un buen sistema de calefacción. La variedad es amplia y no siempre resulta fácil decidir qué tipo es el mejor para nosotros. Hoy te contamos las ventajas e inconvenientes de la calefacción por suelo radiante.
Radiadores con caldera de gas, emisores eléctricos, bomba de calor, estufas de pellets, calefacción por suelo radiante, etc. Hay muchos sistemas para calentar nuestra casa en invierno, y todos tienen sus pros y sus contras. El objetivo es averiguar qué sistema es el más adecuado en nuestro caso.
Para ello hay que tener en cuenta ciertas variables importantes, al margen de las características de los diferentes sistemas. Hemos de pensar si queremos instalar calefacción en una residencia habitual o en una segunda vivienda. También si pasamos mucho tiempo en casa o no. Y si tenemos muchos metros cuadrados que calentar o vivimos en un piso pequeño.
Además, cada uno de los métodos para calentar la casa tiene sus ventajas y sus inconvenientes, por lo que conocerlos bien nos ayudará a decidirnos. Hoy te hablamos de la calefacción por suelo radiante.
Calefacción por suelo radiante, el calor invisible
Aunque se instala en las casas desde hace muchos años, es el sistema más desconocido y uno de los menos frecuentes. Sin embargo el suelo radiante ofrece un montón de ventajas a sus usuarios.
Consiste en una red de tuberías finas de un material plástico que se instala debajo del pavimento de toda la casa. Por ellas circula agua caliente, lo que desprende calor y hace que este se irradie desde el suelo al resto del ambiente.
Dado que el aire caliente pesa menos que el aire frío, el calor sube y se reparte de forma homogénea por el espacio. En cualquier caso, a ras de suelo la temperatura es un poco más alta. Lejos de ser un problema, eso aumenta la sensación de confort.
Grandes ventajas que merece la pena estudiar
Te sorprenderá comprobar la gran cantidad de ventajas que tiene la calefacción por suelo radiante. Para empezar, es un sistema de alto rendimiento que necesita muy poca energía para calentar el agua de las tuberías. Esto es porque el agua no ha de estar muy caliente. De hecho, se consiguen resultados óptimos con una temperatura de entre 30 y 45º (al contrario que los radiadores, por los que el agua circula a 70º nada menos).
Por esta misma razón, la calefacción por suelo radiante presenta un consumo muy bajo y un ahorro importante, que oscila entre el 10 y el 20% con respecto a los radiadores convencionales.
Confortable, oculto y sostenible
Este tipo de calefacción logra, además, una gran sensación de confort. Ya te decía antes que la temperatura cerca del suelo es un poco más alta que a la altura de la cabeza. Eso se traduce en una sensación muy confortable. Además, se evitan las corrientes de aire y no se acumula el calor en un lugar determinado, como sucede con los radiadores.
Otra ventaja es que no se necesitan radiadores ni ningún otro tipo de emisor de calor, ni rejillas de salida de aire. Por eso se le conoce como el calor invisible. Desde un punto de vista decorativo, no deja de ser una característica muy positiva.
Por último en esta larga lista de cualidades, la calefacción por suelo radiante es perfecta para funcionar con fuentes de energía renovables, como la aerotermia, la geotermia o las placas solares.
Si bien estas fuentes serían insuficientes para generar energía para otros sistemas de calor, lo consiguen de sobra con el suelo radiante. El agua que lo hace funcionar ha de estar a baja temperatura, sin superar los 40º. Por eso es uno de los sistemas de calefacción más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
Los inconvenientes a valorar
Pero todos los sistemas de calefacción tienen alguna desventaja, y el suelo radiante no es una excepción. En primer lugar, requiere una inversión inicial importante, superior al del resto de sistemas de calor. La instalación es compleja y ha de realizarse por profesionales cualificados.
El precio medio de una instalación de suelo radiante está en torno a los 50 €/metro cuadrado, sin contar el precio de la caldera. Sin embargo, al consumir menos energía (y permitirnos ahorrar más) a la larga se acaba amortizando este gasto inicial.
Otro aspecto que puede resultar un inconveniente es que el suelo radiante no es un sistema lo que se dice rápido. Al contrario, se necesita bastante tiempo para calentar un ambiente, por lo que no es aconsejable para casas de uso puntual. En las viviendas habituales conviene dejar la calefacción siempre encendida durante el invierno y utilizar un termostato. Aún así el consumo y el gasto son menores.
También en las paredes
Este calor radiante también puede instalarse en las paredes. Es lo que se llama muro bajo radiante. Consiste en instalar la red de tuberías en la parte baja de las paredes, a la altura del zócalo. Además de calentar la casa, se crea una barrera térmica que aísla el interior y reduce las posibles pérdidas de calor. El consumo energético puede reducirse en un 30% con respecto al sistema de radiadores convencionales.
Otra particularidad de la calefacción por suelo radiante es que puede convertirse en un sistema de refrigeración en verano. ¿Cómo? Haciendo que por las tuberías circule agua fría, en lugar de caliente. Eso sí, este sistema es adecuado para zonas con escasa humedad ambiental, ya que si no podrían producirse problemas de condensación.
Una vez conocidos todas las características de la calefacción por suelo radiante, podremos decidir si es adecuada o no para nuestra casa. ¿Te convence?