Cuando entramos en una casa rural nos dejamos llevar por la multitud de detalles, así que no es difícil vernos moviendo la cabeza hacía todos lados analizando los elementos que la componen. Mil y un objeto que cuentan historias diferentes al unísono.
De todas las habitaciones de una casa rural la cocina es la que aglutina a más gente. Grande y con elementos en madera y hierro, grandes bancos para sentarse y platos resistentes y variados, a causa de todas las vajillas que han pasado por ahí. Si siempre has querido ambientar tu cocina con un toque rural, pero sin dejar de lado el año en el que estamos, te gustará la cocina de La Cressonnière.
En ella se han mezclado valdosas marrones, con encimera de madera y lámparas de hierro imitando las de una antigua instalación eléctrica. Su calidez se nota incluso mirando la imagen. El horno en la parte superior, es otro elemento rescatado de la decoración tradicional, con un aire de restauración y elementos vintage con los utensilios más frecuentes.
Pero la joya de la corona es este antiguo horno de carbón, que aunque todavía se podría usar, es tanto el humo que desprende que es molesto de utilizar. El valor sentimental que lo une a la familia propietaria de cocina, lo ha convertido en un elemento decorativo de la cocina. Yo personalmente no he visto nunca un horno así y me haría especial ilusión cocinar un plato fácil y rápido con él.
El resto de ajuar de cocina no podía ser menos y todos ellos son de modelos, colores y tamaños distintos, lo que los convierte en pequeñas piezas de arte en movimiento. Sus materiales son porcelana y estoy segura que sus motivos están pintados a mano.
Esta cocina es verdaderamente encantadora, entiendo a la gente que quiere una cocina rural en su hogar.