Todos hemos soñado alguna vez con nuestra casa ideal.
Algunos la ubican en la montaña, perdida en algún valle del Pirineo catalán, con una chimenea siempre humeante. Otros la prefieren en pleno centro de la ciudad, sobre una terracita parisina con olor a café, con mucha luz y una vista reconfortante al anochecer. Pero para gustos colores, sino que se lo digan a aquel grupo de amigos que gritaban de emoción al ver el cuarto repleto de cervezas que se había construido uno de ellos en aquel famoso anuncio de cervezas.
Es por eso que cuando encontré en Art et Decoration esta bonita casa, me enamoré de cada uno de sus rincones.
Se trata de una casa de campo del siglo XIX ubicada en la región francesa de Marsella. Sus dueños, que desconozco si son interioristas, han decorado la casa con una estética que abarca elementos modernistas y tradicionales, sacando lo mejor de cada uno de ellos y dotando la casa de personalidad.
En muchas ocasiones me he encontrado con casas así, donde todo es tan perfecto que dudo si alguien vive o ha vivido ahí alguna vez. Esta en cambio, prefiere colgar un cuadro hecho por alguno de sus hijos, con un bonito mensaje, en la pared más visible de la cocina.
El detalle de la lámpara hecha con una jaula de pájaros, me ha inspirado para una entrada que en breve subiré.
La mesa de la madera de la cocina, donde han incluido una vieja silla de despacho, no le resta protagonismo al rincón de lectura con el sofá de colores.
Tonos apagados y algo fríos, que dejan que se la luz, el mobiliario y las personas quienes den vida a la cocina.
En unos días en los que soñar parece algo malo, si el que lo hace es un adulto, ejemplos así nos demuestran que vale la pena dejar volar la imaginación.