Siempre me han gustado los frisos. Me parecen una solución que nos ayuda a poner más bonitas las paredes de nuestra casa. Eso sin contar lo prácticos que resultan los frisos… Si estás pensando en instalar uno en alguna habitación de tu casa (o en varias) aquí tienes algunas ideas para decorar las paredes con un friso de madera.
Son un elemento genial, tanto desde el punto de vista decorativo como desde una óptica más práctica. Y es que revestir las paredes con un friso no tiene más que ventajas. Para empezar, citaré una de las más destacadas: son una manera estupenda de proteger la pared, por ejemplo, en pasillos y lugares de paso, en recibidores o en las habitaciones infantiles.
Pero no es esta la única razón para decidirnos a poner un friso en casa. Además, este tipo de revestimientos nos ayuda a aislar las paredes que dan a la calle, tanto térmicamente como acústicamente. En ese caso, habría que forrar la pared con un buen material aislante y después cubrir con el friso.
Si quieres conocer otros aspectos positivos de revestir las paredes con un friso, sigue leyendo y verás.
Revestir las paredes con un friso para decorar
Ya sabemos que los frisos cumplen diferentes funciones, y no todas estéticas. Además de decorar por sí mismos (a mí siempre me han gustado) y de aislar el interior de nuestra casa evitando así posibles pérdidas de calor, los frisos ocultan los posibles desperfectos que tienen las paredes.
Es cierto que nuestras paredes no son perfectas. Para empezar, el yeso ha de estar perfectamente aplicado (lo que no siempre es así) y, para seguir, ¿quién no tiene en las paredes de su casa un rozón, una muesca, una pintada que nos hizo el peque y que no hemos sido capaces de quitar ni con el borrador mágico? Yo daría algo porque solo fuera una… O unas pocas, nada más.
Pues bien, los frisos ayudan a ocultar todos esos daños colaterales que sufren las paredes en el proceso diario y cotidiano que es la vida. Y a evitar que acumulen más. Si eliges un buen material para el friso, cualquier roce desaparece con una bayeta húmeda.
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Frisos de madera, los más cálidos
A la hora de elegir un friso para tu pared, existen un montón de materiales que pueden quedar genial: madera, PVC, MDF, etc.
Hoy quiero centrarme en los frisos de madera, porque siempre me han parecido muy decorativos. Este material es capaz de aportar una gran calidez a los ambientes.
Los frisos de madera se componen, por lo general, de lamas machihembradas que se encajan unas en otras y que se utilizan para revestir paredes y también techos. Como ya habrás supuesto, hay un montón de acabados, dentro de este amplio grupo que son los frisos de madera.
Los encuentras de madera natural sin tratar, pintados, barnizados o teñidos, según el acabado que más te guste. Los de madera sin tratar tienen una textura rugosa y no llevan ningún producto. Muestran las vetas y los nudos y son perfectos para ambientes rústicos y casas camperas, aunque conviene aplicarles un tratamiento que proteja la madera. Suelen ser de madera de pino. Tienen la ventaja de que después podrás pintarlos como más te guste.
También están los barnizados (con una capa de barniz que les da una textura lisa y suave), los pintados (en el color que más te gusten) o los teñidos, que suelen imitar a otros tipos de madera (como el roble, por ejemplo).
A media altura o a altura completa
Este es un aspecto que has de tener muy claro a la hora de instalar un friso: es necesario que pienses si lo quieres poner a media altura o a altura completa. Todo depende de para qué o por qué queremos decorar las paredes con un friso.
Aunque para algunos casos, quedan mejor de suelo a techo, a mí me gustan los frisos hasta a media altura. Tan solo es importante que la altura del techo no sea excesivamente escasa, ya que un friso a media altura en una habitación de techo bajo puede hacer que parezca más baja todavía.
Anímate y hazlo tú mismo
Decorar las paredes con un friso no es difícil, y menos con los kits que se comercializan hoy en día que incluyen todos los elementos y piezas necesarias para que el trabajo sea un éxito.
Los frisos de pared llevan varios elementos que son necesarios, además de las lamas de madera machihembrada de las que ya hemos hablado. Necesitarás un rodapié, que es la pieza de madera que se instala en la parte más baja de la pared, a ras de suelo.
También tendrás que rematar la parte superior del friso con una moldura (se llama remate) y esto es necesario sea cual sea la altura que tenga el friso.
Otros elementos que te harán falta son, por ejemplo, molduras rinconeras para forrar las esquinas de la habitación. O guardavivos para proteger las esquinas salientes. O puede que quieras poner una cornisa en la parte superior del friso.
Sea como sea, decorar las paredes con un friso de madera es un trabajo sencillo que puedes hacer sin ser un experto en bricolaje.